La madera, una buena solución.
“La madera y el fuego”
Hace unos días cenamos con una noticia que nos dejó profundamente consternados. El incendio de Notre Dame en París, una joya del gótico e icono de la capital francesa.
Desde el minuto uno las noticias dejaban caer que las vigas de maderas del templo habían facilitado la propagación rápida del incendio. Muchas veces, por no decir siempre, una mala información nos puede llevar a conclusiones erróneas, en el caso de Notre Dame el incendio no se debió a la estructura de madera.
La estructura llevaba ahí muchos años y, probablemente, habría seguido otros muchos más si no se hubiera interpuesto un descuido en una obra de restauración. Que se haya producido un incendio de esa gravedad no quiere decir que haya que eliminar las estructuras de madera o evitar las restauraciones.
La madera tiene muchas prestaciones, de por sí es un aislante natural, no como el hormigón o acero, es higroscópico y regula la humedad en el interior de forma que en verano cede humedad al ambiente y en invierno absorbe humedad aumentando la confortabilidad y tiene una mayor calidad estética.
¿Resistencia al fuego?
Las estructuras de madera soportan más tiempo un incendio que las de metal o, incluso, las de hormigón armado. La madera no arde sola por combustión espontánea si no está sometida a temperaturas superiores a los 400 grados durante un largo periodo de tiempo.
La clave: Un buen mantenimiento
Después de lo descrito está claro que la madera es una buena solución para la construcción pero requiere un buen mantenimiento para evitar su deterioro. Puede sufrir, con alguna frecuencia, la aparición de plagas de insectos xilófagos (termitas y carcoma), que se alimentan de la celulosa que contiene la madera, pudiendo deteriorar su estructura y su capacidad de resistencia.
Por tanto es fundamental e imprescindible disponer de un buen servicio de protección de la madera frente a plagas para conseguir una conservación óptima de la madera, y con ello evitar que colapse en un incendio.